El feminismo liberal
surge en la época de la Ilustración con el movimiento sufragista en EE.UU., por
el cual las mujeres demandaban el derecho al voto y que las leyes les
reconocieran, es decir, demandaban una igualdad de derechos tanto para hombres
como para mujeres ya que hasta el momento la mujer había sido discriminada en
todos los sentidos.

La 2ª ola del
feminismo se produce en los años 60, cuando se producen movilizaciones cuya
base principal son los problemas a los que se enfrentan las mujeres en el
ámbito privado y con el patriarcado.
Este impulso
feminista da lugar a tres perspectivas: el feminismo liberal, el feminismo
radical y el feminismo socialista. Tienen en común la idea de una ampliación de
derechos, la plena igualdad y la reivindicación de una libre sexualidad; aunque
con más profundidad, cada feminismo establece un enfoque diferenciado y una
reflexión propia.

El objetivo del
feminismo liberal es la incorporación de las mujeres al campo público, por ello
es por lo que conceden una mayor importancia en su discurso a la distinción
entre lo público y lo privado y por lo que es criticado por los demás
feminismos ya que el feminismo liberal no discute la dicotomía de las dos
esferas, ni el hecho de que las mujeres pertenezcan a la esfera privada.
El feminismo, en general, hace una distinción entre el mundo público, que es el del Estado, la política, el gobierno, que está regulado mediante unas leyes; y el mundo privado, que engloba la familia, el hogar, etc., que es desde donde las mujeres se ven sometidas bajo el poder del varón.
Cabe aclarar que uno de los inventos que incentivaron al feminismo fue la creación de la pastilla anticonceptiva ya que contribuyo a separar el mundo de la sexualidad de la procreación.
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